domingo, 7 de agosto de 2016



Hemos tenido la magnífica oportunidad de charlar con la prolífica escritora de ficción, Emilia Casas. Su amabilidad ha sido manifiesta, y desde este portal se lo agradecemos sobremanera.

1. ¿Cuándo comenzó su pasión por la escritura?

He escrito siempre, desde pequeña. Además, lo hago por capas, cuando digo por capas me refiero a que muchas veces éso que estoy haciendo tiene varios momentos de escritura con largos períodos de descanso intermedios.

2. ¿Cuándo escribió su primera historia?

La primera historia con 10 años. La primera novela con 13.


3. ¿Cuándo llevó a cabo la idea de publicar sus creaciones literarias?

Fue en el año 2013, me dejé convencer por un buen amigo, después de su insistencia durante varios años ante la idea de la publicación, me lancé.

4. Si le ofrecieran hacer una película basada en uno de sus libros, ¿sería reacia como algunos escritores, o no tendría inconveniente?

Lo más importante sería conservar la esencia no sólo de la trama en sí, también de lo que los personajes intentan trasladar al lector a través de su autora y eso... no es tan sencillo. Adaptar una novela al cine, incluso al teatro, es muy arriesgado si lo que se pretende es preservar en esencia el contenido de la misma. Tendría que valorar varias cosas. Un hijo no se deja en casa de alguien que no confías lo suficiente como para saber que estará bien cuidado.

5. Señorita Casas, ¿Quién o qué le motiva para seguir escribiendo?

El sueño de poder aportar algo significativo al entorno social, más allá de nuestra realización personal, que sea importante, que sea poderoso en algún nivel -emocional, intelectual, social-, un algo por el que sienta que agrego valor al conjunto.


6. Como lectora, dígame, ¿quién es su autor favorito?, ¿y su libro? ¿Cómo ve en un futuro a corto plazo el mercado editorial?


En cuanto a la primera cuestión... No tengo un autor favorito. Escribir es una experiencia muy personal al igual que la lectura, y con respecto a la segunda. Disfruto escribiendo, no me planteo ese tipo de cuestiones. Es cierto que la escritura es el resultado de muchas horas de trabajo, de armar y desarmar, de coser y remendar, de podar y reescribir, no una sino muchas veces. Pero, amo a mi mente, por lo tanto, no puedo darle menos importancia que a mi corazón. A la hora de escribir, ella es la que me permite traducir lo que está dentro de mi, la que me dicta cada palabra, ésta no es la función del corazón, el corazón siente, y la mente traduce. Con lo cual, insisto, no me planteo ese tipo de cuestiones porque es algo que disfruto.

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