Ilustres y queridos lectores, tras un periodo de ardua
reflexión existencial, retorno en aras de proseguir con mi necesario menester
opinante. Es bien sabido por todos, que podemos hallar infinidad de pareceres
opuestos a los usualmente expresados aquí, sin embargo considero que ciertas
opiniones tienen más relevancia que otras, en función a su fundamentación
argumental. ¿No es más cierto que aquél que es docto en el arte de la
cavilación merece una consideración superior que aquel individuo que única y
exclusivamente piensa en qué antro pernoctar? Sin más dilación procederé a
tratar el asunto que en el día presente me ocupa.
Era una estelar noche de agosto cuando me hallaba
contemplando la vía láctea en la cima de la "hermosa ciudad del
valle". Muchos otros se encontraban en el mismo lugar, empero el propósito
de ellos era absolutamente antagónico; éstos habían ido a practicar el ocio
posmoderno, ése que lleva al vicio, cuya nocividad para el espíritu es harto
indudable. Todo ser humano tiene el inalienable derecho de ejercer su libertad
tal y como anhele, mas no por ello hemos de obviar la vileza de muchas
conductas que emanan de la tan patológica libertad promulgada por "los
padres de la mendacidad". Individuos codiciosos e impasibles al dolor
ajeno, seres autoritarios que protegen tesoros terrenales que no trascenderán
su inevitable óbito. La ambición desmesurada y ridícula de tales monstruos
tiene como objetivo fundamental conducir a la humanidad por anfractuosos ríos
de tragicomedia execrable. Reunidos entorno a "el ajedrez del mundo"
mueven sus fichas con pretensiones malévolas que obedecen a su sobrecogedora
agenda. Ataviados con "diamantes de sangre" se esconden del
escaparate mediático para proceder como espectros: la sutileza de sus
"ceremonias de manipulación mundial" son encubiertas por vehículos
públicos de hipnotismo masivo.
Los conspiradores del Nuevo Orden Mundial sólo y exclusivamente
perderán su poder a medida que los pueblos de la Tierra descifren sus
combinaciones secretas. Grandes amantes de la transparencia como el valiente
Julian Assange, han pagado con su libertad la revelación de importantes
secretos ocultos bajo la cínica bandera estadounidense. Los escándalos de las
políticas tanto interiores como exteriores de los gobiernos norteamericanos
gozan del eterno privilegio de la inmunidad imperial y por consiguiente
vasallamente moral. Todo lo proveniente de Los Estados Unidos de América está
contaminado; son magnos exportadores de basura ideológica económica, social,
alimenticia, espiritual y de entretenimiento. Mas ojalá todo quedara en una
exportación ideológica. Sin embargo, cada día los ciudadanos de España se alimentan
de manera pésima, provocando tal práctica el sobrepeso generalizado. La
sustitución de la recomendadísima dieta mediterránea por las "hamburguesas
de plásticos" y la coca-cola, supone el abandono de la salud, y el
desarrollo de enfermedades diversas, algunas de ellas demasiado graves para ser
nombradas sin esperar represalias a cambio. ¿No es cierto que estamos
asistiendo a una colonización "useña"?, ¿queremos para nuestros hijos
un modelo socioeconómico propugnado por los masones iluminados?, ¿acaso carecemos
de personalidad nacional como para clonar una que es harto defectuosa?
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
3 comentarios:
Subscribo todo lo que dices maestro.
Totalmente de acuerdo Kuicast.
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