jueves, 19 de noviembre de 2015



Ilustres y queridos lectores, tras un periodo de ardua reflexión existencial, retorno en aras de proseguir con mi necesario menester opinante. Es bien sabido por todos, que podemos hallar infinidad de pareceres opuestos a los usualmente expresados aquí, sin embargo considero que ciertas opiniones tienen más relevancia que otras, en función a su fundamentación argumental. ¿No es más cierto que aquél que es docto en el arte de la cavilación merece una consideración superior que aquel individuo que única y exclusivamente piensa en qué antro pernoctar? Sin más dilación procederé a tratar el asunto que en el día presente me ocupa.

Era una estelar noche de agosto cuando me hallaba contemplando la vía láctea en la cima de la "hermosa ciudad del valle". Muchos otros se encontraban en el mismo lugar, empero el propósito de ellos era absolutamente antagónico; éstos habían ido a practicar el ocio posmoderno, ése que lleva al vicio, cuya nocividad para el espíritu es harto indudable. Todo ser humano tiene el inalienable derecho de ejercer su libertad tal y como anhele, mas no por ello hemos de obviar la vileza de muchas conductas que emanan de la tan patológica libertad promulgada por "los padres de la mendacidad". Individuos codiciosos e impasibles al dolor ajeno, seres autoritarios que protegen tesoros terrenales que no trascenderán su inevitable óbito. La ambición desmesurada y ridícula de tales monstruos tiene como objetivo fundamental conducir a la humanidad por anfractuosos ríos de tragicomedia execrable. Reunidos entorno a "el ajedrez del mundo" mueven sus fichas con pretensiones malévolas que obedecen a su sobrecogedora agenda. Ataviados con "diamantes de sangre" se esconden del escaparate mediático para proceder como espectros: la sutileza de sus "ceremonias de manipulación mundial" son encubiertas por vehículos públicos de hipnotismo masivo.

Los conspiradores del Nuevo Orden Mundial sólo y exclusivamente perderán su poder a medida que los pueblos de la Tierra descifren sus combinaciones secretas. Grandes amantes de la transparencia como el valiente Julian Assange, han pagado con su libertad la revelación de importantes secretos ocultos bajo la cínica bandera estadounidense. Los escándalos de las políticas tanto interiores como exteriores de los gobiernos norteamericanos gozan del eterno privilegio de la inmunidad imperial y por consiguiente vasallamente moral. Todo lo proveniente de Los Estados Unidos de América está contaminado; son magnos exportadores de basura ideológica económica, social, alimenticia, espiritual y de entretenimiento. Mas ojalá todo quedara en una exportación ideológica. Sin embargo, cada día los ciudadanos de España se alimentan de manera pésima, provocando tal práctica el sobrepeso generalizado. La sustitución de la recomendadísima dieta mediterránea por las "hamburguesas de plásticos" y la coca-cola, supone el abandono de la salud, y el desarrollo de enfermedades diversas, algunas de ellas demasiado graves para ser nombradas sin esperar represalias a cambio. ¿No es cierto que estamos asistiendo a una colonización "useña"?, ¿queremos para nuestros hijos un modelo socioeconómico propugnado por los masones iluminados?, ¿acaso carecemos de personalidad nacional como para clonar una que es harto defectuosa?



Artículo escrito por Jesús Kuicast.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Subscribo todo lo que dices maestro.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo Kuicast.